¿A dónde vamos tan de prisa?
Recuperar la conversación entre generaciones.
La atenta observación del trabajo en las salas de aula, nos ha demostrado que el sujeto que aprende es activo en la construcción del conocimiento. Que no aprende solo sino en grupo, interactuando y confrontando sus ideas con los demás. Aprende preguntándose. Y para dar espacio a las preguntas, se necesita tiempo. Un tiempo de escuela a defender.
Trabajamos para abrir espacios de reflexión, de duda, de intercambio para que el maestro se transforme en un transmisor cultural, en presentador del mundo. Ese maestro capaz de pararse sobre sus pies, sobre su saber, sobre el amor por su materia, disponible frente a sus estudiantes. Ese maestro que enfoque la atención al sentido de sus gestos cuando les cuenta historias a los niños y niñas, cuando les propone libros, cuando les da a leer. Tal vez todo esto sea: ¨ te presento el mundo que otros me pasaron y del que yo me apropié o te presento el mundo que descubrí, construí, amé¨. Y así recuperar esa conversación entre generaciones que se está perdiendo.
Por eso cuando escuchamos hablar y hacer tanto énfasis en la innovación educativa, en Armonía nos preguntamos qué significa ¨innovar¨. ¿Ir corriendo detrás de lo nuevo?, o hacer una pausa, detenernos. ¿A dónde vamos tan de prisa? ¿Por qué nos aferramos al relato insistente de la conectividad como valor? A lo imperativo de hacer provechoso, de estar pensando siempre en el producto final y no en lo grandioso de los procesos, en los resultados más que en el disfrute del descubrimiento de nuevos aprendizajes.
Si nos animamos o nos imponemos para que aparezca la pausa, un descanso, ese paréntesis del que habla el Dr. Daniel Brailovsky en su libro ¨Pedagogía (entre paréntesis)¨, tal vez podamos, los maestros, retomar la mirada. Volver nuestros ojos más a hacia la literatura que a los diccionarios, más hacia los rostros de quienes enseñamos que hacia las pronunciaciones, y de esta forma nos animemos a tomar a nuestros pibes de la mano y llevarlos a dar una vuelta por el mundo. Presentándoles el mundo que nos rodea y lo que él mira con tanto asombro y curiosidad. Presentarles los contenidos recuperando la poesía y seguramente aquellas palabras que decimos, que leemos, que cantamos, harán posible una experiencia poética del espacio. Tal vez los contenidos adquieran relieve para hacerlos soñar, ir a la deriva, asociar, imaginar, pensar. (Michele Petit).